¿Por qué me pides tener alguna razón para escribirte? ¿Es que acaso debo poseer la rigidez de una complicada cavilación para soltar mis dedos sobre el teclado? Jugar a atrapar con palabras lo inatrapable, que difícilmente logro, a veces, rozar con estos dedos por momentos afortunados, y la mayor parte del tiempo es nadar en una espesa y negra bruma, tanteando torpemente y cayendo con la misma elegancia. No, no es juego racional. Es voluntad ciega que rige su obrar por impulsos y deseos. Me pides algo que no tengo entonces; no tengo a la Razón para escribir, no es Razón la que sigue a la encantadora e inasible mariposa, soy Yo hecho deseo, la Razón viene detrás intentando alcanzarme, preocupada por sí misma, pues me alejo… la abandono.
jueves, 29 de enero de 2009
Desrazones
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